Textos seleccionados
Ver y ser visto
La visión fue el último de los sentidos humanos en desarrollarse plenamente (…). También es el último de los sentidos que se desarrolla en el feto. (…) El ojo es capaz de transferir una asombrosa cantidad de información al cerebro, y a una velocidad de asimilación mucho mayor que la de cualquier otro órgano sensorial.
(…) la forma exacta de su traducción a imágenes significativas en la mente permanece un tanto oscura. La imagen recibida se revierte y se invierte, pero los procesos fisiológicos y psicológicos que la “leen” correctamente continúan siendo completamente desconocidos.
— Martin Jay (2017) Ojos abatidos. La denigración de la visión en el
pensamiento francés del siglo XX, págs. 14-15. Akal, Barcelona.
Los pintores avanzaron de la mano de los científicos. Registraron el mundo con la cámara oscura. ¿Será el secreto de Veermer? El mundo fue fijado en negativos de plata sobre vidrio. El vidrio es tan vital como el oxígeno. El telescopio Hubble tiene un lente pulido con una exactitud que Galileo jamás podría haber imaginado. El vidrio es la sal del intelecto; en tanto permite ver a través de él, su transparencia nos lleva a indagar los rincones más oscuros
— Derek Jarman (2017) Croma. Un libro de color, pág 241. Caja Negra, Buenos Aires
Lo que sabemos o lo que creemos afecta al modo en que vemos las cosas.
— John Berger (2000) Modos de ver, pág 13. Ediciones Gustavo Gil, Barcelona.
Zambulléndose en la noche, los murciélagos emiten, para orientarse, cientos de chillidos en distintas frecuencias que, al devolverse, les indican qué se mueve alrededor. Lo que su miopía les impide ver adquiere forma, volumen, velocidad en el inaudible eco que regresa. La resonancia es el aullido ciego de la medicina. Un rayo sonoro de imágenes en la impenetrable opacidad del cuerpo.
— Meruane, Lina (2018) Sistema nervioso, pág 26. Buenos Aires: Eterna Cadencia.
Respirar
Hay que inventar respiraciones nuevas Hay que inventar respiraciones nuevas Respiraciones que no solo consuman el aire, sino que además lo enriquezcan y hasta lo liberen de ciertas combinaciones taciturnas. Respiraciones que inhalen además las ondas y los ritmos, la fragancia secreta del tiempo y su disolución entre la bruma. Respiraciones que acompañen a aquel que las respire. Respiraciones hacia adentro del sueño, del amor y la muerte. Y para eso hay que inventar un nuevo aire, unos pulmones más fervientes y un pensamiento que pueda respirarse. Y si aún faltara algo, habría que inventar también otra forma más concreta del hombre.
— Roberto Juárez
Nuevas pieles
La mesa, separada por miles de kilómetros físicos, se une gracias a los soportes prostéticos de internet. La música que suena en Atenas, se escucha en Barcelona. La voz, el más prostético y fantasmático de todos los órganos del cuerpo (recordemos que nacemos sin voz y que sólo después de haber sido socializados, la voz nos es ‘implantada’ en el cuerpo, como si se tratara de un software), es el único que llega a cruzar el umbral. El mismo tiempo y dos espacios. O si prestamos atención al segundo que la música o la voz tardan en llegar desde Atenas a Barcelona, en cada nota, entonces diríamos que hay dos tiempos y un solo espacio. (…) Flotamos. Nos miramos y me pregunto dónde está esa mirada, cómo es posible mirarse cuando lo que ven los ojos no son otros ojos sino la imagen de los ojos en una pantalla. (…) Imposible averiguar, el momento en que sus ojos han dejado de verme y han sustituido mi imagen por otra. Nuestras pantallas se miran. Nuestras pantallas se aman. Cuando esto sucede, no estamos estrictamente hablando, aquí ni allá. (…) Las pantallas son la nueva piel del mundo, pienso mientras muevo su imagen para hacerla coincidir con la mía.
— Preciado, Paul (2019) Tecnociencias, Un apartamento en Urano, págs. 245-247. Crónicas del cruce. Barcelona: Anagrama.